Tiempos de juego y engaño

A pesar de la ausencia del espejo podemos indicar, aun a riesgo de equivocarnos, que se está llevando a cabo cierta posibilidad de duplicación. Al menos en el gesto: ese brazo estirado que se apoya en un cuerpo o que intenta apoyarse en un cuerpo que se escapa, o parece que se escapa. Universos engendrados, universos paralelos; universos múltiples engendrados por otros universos. Existirían infinitos universos (o eso al menos señalan las teorías cosmológicas modernas), por lo que cabe añadir que en esa disposición infinita alguno de ellos sería idéntico a su doble; o casi idéntico, como en esta pintura. Pero eso el autor no lo sabe (o al menos yo sospecho que no lo sabe), porque cuando habla de su pintura está hablando de la realidad de todos los días, al menos de la que él supone, al menos de la realidad que cree ver y que intenta representar en su trabajo.
Mi relación con la realidad afirma Carbonell- es de observación precisa, de compartir, de ir buscando luces, sombras. Mi pintura es muy pictórica... Mi forma de trabajar parte de observar la realidad como prima fuente, esta realidad me impacta, me seduce, me gusta y se me queda grabada. Empiezo a pintar partiendo de las ideas, de modelos, de cosas que se van sugiriendo, mancho el cuadro y a partir de la mancha del cuadro es como voy construyendo la pintura. En la primera concepción del cuadro parto de la realidad, en lo demás parto de la misma pintura, es ella la que me ordena por dónde debo de ir caminando....
Santiago Carbonell quiere pintar la realidad (aunque de esto tampoco estoy demasiado seguro) y no le sale, porque la realidad es completamente distinta a como la pinta Carbonell. Y es por ello que el resultado final es completamente distinto de esa realidad, es por ello que, a partir de determinado momento, inevitablemente, es la propia pintura la que templa, la que ordena y la que manda. Los cuerpos que aparecen en las pinturas de Carbonell son cuerpos irreales, muy cercanos a la Idea de "cuerpo" pero tremendamente alejados del cuerpo común de los mortales. Es lo que viene a afirmar, con otras palabras, el filósofo mexicano Jorge Juanes al hablarnos del trabajo de Carbonell:
Lo que se pierde en verosimilitud respecto a la realidad dada que sirve de punto de partida, se gana en fidelidad a la realidad pictórica.
Mi mujer está mucho más gorda, concluirá algún inconsciente, y es que, aunque no se trata de representar la realidad como lo hace siempre Botero, si que parece aconsejable en cambio canjear verosimilitud por verdad, apariencia por materia. Al menos, en algunas ocasiones; cuando vamos al dentista, por ejemplo. Tampoco estoy de acuerdo con Jorge Juanes cuando afirma que la pintura de Carbonell tiene mucho de nostalgia preindustrial, como de reencuentro con las cosas primordiales que hoy quisieran ser olvidadas. Yo creo (y que me perdonen los especialistas) que estamos más bien ante una imagen postindustrial de cuerpos y gestos "danone", la mayoría de ellos observables únicamente en el espacio de la publicidad o de la imagen dramática televisiva. En la realidad, la gente no se comporta como en los cuadros de Carbonell, y mucho menos como en los anuncios publicitarios. La gente de la calle ni ama ni gravita, más bien suda, y se equivoca y se cabrea. También tiene la extraña sensación (la gente de la calle) de estar viviendo en tiempos de juego y engaño, porque cada vez que plantea una pregunta al poder político, al poder económico o al poder mediático, siempre le salen con medias verdades, o con medias mentiras, o lo que es mucho peor: le salen con la existencia de temibles y peligrosas "tramas negras". Con lo que llego a la conclusión definitiva (y que me perdone Carbonell si un día llega a leer esto: se trata tan sólo de un juego y de un engaño) que lo me que más me gusta de esta pintura es su título, porque en el fondo señala el espíritu de una época. Una época, la nuestra, que quizás comienza con los afanes expansionistas de Napoleón (por poner un ejemplo; podrían ponerse muchos otros) y que alcanza su cumbre artística en la charlatanería utilitarista de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, siendo muy difícil determinar si continuará por este camino o decidirá, finalmente, diluirse en el abismo. Una época en la que la realidad no es un cuerpo desnudo que se estira perezoso, sino una ensalada de quarks, leptones y electrones revueltos en colisión permanente. La "partícula divina" (el bosón de Higgs) aún no ha sido encontrada pero, una vez localizada, no duden en abandonar la pintura. Para entonces ya no será necesaria.
4 comentarios
gio -
sabes
seria bueno que fueras a ver obra de santiago carbonell,
de claudio bravo
y de carlos oviedo
ya que a mi parecer
son los maestros realistas que mas me encantan y que he tenido la oportunidad de apreciar (lo digo por las piezas que logro poseer) y que a mi parecer sus obras encantan al espectador
itn -
Te prometo ir a ver los cuadros de Carbonell, espero encontrarlos en México tengo que ir 3 o 4 vez al año.Y asi podré juzgar mejor, sin embargo pienso que el arte es una cuestión de emoción, y cada uno se emociona a su manera.
Y que cumplas muchos más..
pini -
de ahi la demora en la respuesta.
gracias itn, sos un genio levanta estima.
pero aclaro, la obra de carbonell a la que hice referencia está en mi casa y no es ninguna de las que figuran en la página.
creo que es infinitamente más linda (la mia, obviamente).
la mayor parte de las obras que están en la página tienen los colores saturados, aparecen verdosas, y no lo son.
(no me gusta el verde, excepto en la naturaleza y en los ojos).
bueno, lo han hecho pelota a mi pintor, ya los veré en el ring. ja!
en cuanto a la realidad, querido Enrique, creo que es tan amplia y diversa que hace posible la existencia de esos cuerpos perfectos que el realismo extremo de Carbonell logra encapsular.
es como Buenos Aires, convive la belleza increible de una calle como la Alvear, con la furia de los cartoneros y piqueteros.
la próxima vez citaré a un Spilimbergo, y la cosa será más tranquila.
itn -
Si precisase una utilidad, si la pintura fuese necesaria no seria arte. Hace unos días se quemó una colección de arte contemporáneo en Londres, Ese fuego probablemente consiguió robar el componente utilitarista, especulativo que tenia esa colección, a la espera de la consagración de sus autores, así el fuego el humo y el olor se convirtieron en una grandiosa y efímera obra de arte. (que pagará la aseguradora.)
Como mi amiga Pini es admiradora de Carbonell no diré lo que opino(ademas tampoco importa ), pero si diré que me gusto infinitamente más su descripción de tiempo de heroes y milagros que el cuadro.:
sobre un fondo negro , un rostro híbrido, ni hombre ni mujer, que apenas se advierte, con los párpados caidos que delatan una mirada hacia abajo.
un turbante terracota que se pliega sobre la cabeza y cae.
y una tela irregular que descansa sobre los hombres y descubre el pecho, descifrando que es una mujer